lunes, 22 de agosto de 2011

no temas, yo estoy contigo

Estambul, 17-02-2009 18:30

>Estábamos sentados en un café de Londres, ella me miraba tímida, yo no quería presionarla porque sabía que no surgiría efecto, de modo que le hable de usted y de mi, y de nuestra búsqueda. Al rato comenzó su relato:
>Sucedió en Londres, allá por 1991, no estoy muy segura. Yo estaba en la estación de tren… estaba demasiado inquieta, me levantaba, me sentaba, andaba, daba vueltas, insegura miraba a todos lados, al mínimo ruido me asustaba y me agarraba a cualquier cosa… estaba muy nerviosa… Ella me observaba entre divertida y preocupada. Parecía que con su sola presencia podría parar un tren, era impresionante… no pude más, di una vuelta y mientras me flaqueaban las piernas susurré un “no puedo” y llorando en silencio me alejé del andén y de ella.
Cuando dejé de retroceder y me giré para mirar esas vías, objeto de mi pánico, la vi allí, me miró y me preguntó “¿estas bien?” yo… “No” la respondí… verás, de pequeña el tren en el que viajaba con mis primos descarriló, a mi tan solo me atravesó un hierro, pero vi morir a uno de ellos… y desde entonces no ha vuelto a coger un tren; asi se lo conté a ella, entonces rompí a llorar, pues no podría ir a visitar a mi anciana madre… que por aquel entonces estaba muy enferma, y amenazaba con sufrir una depresión, ya sonaba la campana que indicaba la última oportunidad de subir al tren…
Llamó al revisor, y le pidió que retuviera el tren unos minutos, este le dijo “veré lo que puedo hacer”. Entonces me obligó a subir, la cogí de la mano y la supliqué que me acompañara… Me miró con esa expresión no fría, ni inexpresiva, pera hacía que pareciera que nada podía afectarla… De la mano subimos ambas al tren, nos sentamos; cada vez que oía un ruido le daba un apretón de manos, la miré a los ojos y la susurré un “gracias” entonces me pude resistir le abrazó y me dijo al oido –a tu lado estoy en el cielo, gracias a ti.
>¿Quieres decir que tu y Mery…?- La pregunté
La chica se sonrojó, se había absorbido tanto en sus recuerdos que apenas se había fiado en mi sorpresa ante la información que me brindaba…
>Perdona, no debí interrumpirte, olvidaba que hablábamos de Mery, continúa tu relato por favor
Ella asintió agachando la cabeza y refugiándose en su pelo, apenas parecía una niña tímida en el cuerpo de una despampanante mujer.
>Me solté de golpe, le miré a los ojos, mientras su mano me acariciaba una mejilla y sus labios me besaba la otra… No pude resistirme y la besé en la boca… no es que a mí me valla nada de eso… pero estar cerca suya y no desear besarla…
Y así pasamos todo el viaje entre sonrisas, besos, caricias y todo el cariño que nos pudimos regalar… Ya llegando apoyé la cabeza en la ventanilla “no quiero que este viaje acabe nunca” dije casi en un susurro, ella me miró, me acaricio la cabeza y la abracé. Cuando llegamos, bajamos juntas del tren aún de la mano. Me pidió que la diera mi colgante mientras ella se quitaba uno de los suyos; “es la excusa perfecta para volver a verte”, explicó. No supe muy bien como reaccionar, pero me gustó la idea y obedecí.

Entonces me lanzé a sus brazos y entre lágrimas la pedí algo así como “no te vallas por favor”. Y empezamos a despedirnos con un dulce y mágico abrazo de 10 minutos hasta que nos interrumpió la lluvia, llovía tan fuerte que dañaba la piel, pero esa lluvia me reconfortaba en cierta medida. Me miró y me dijo “Algun día, no se cuando, pero algún día, tarde o temprano volveré a verte y serás una mujer preciosa y fuerte” Me besó la frente y estuvimos abrazadas hasta que llegó el tren con destino de vuelta a Londres … cuando pude verla a través de una ventanilla, me estaba mirando, era tan bella y elegante… Me sonrió, esta vez con una sonrisa cálida, el tren empezó lentamente a moverse, como si no quisiera estropear ese momento, corri con el tren hasta que este fue más rápido que yo…
Y hasta hace unos meses, no supe mas de ella

viernes, 12 de agosto de 2011

La niña pelirroja con mirada de mujer

Toledo, 31-12-1998


Una chica lloraba al pie de una antigua sinagoga convertida en iglesia ahora llamada “sinagoga de Sta. María la blanca”. Era de noche y hacía frío, faltaban dos horas para las campanadas de fin de año.
Un anciano paseaba por la Calle de los Reyes Católicos, hacia el barrio judío. Se le notaba melancólico, en su mirada se veía la chispa de un recuerdo guardado como un tesoro tal vez durante años. ¿Un amor perdido tal vez? ¿Una muerte sobre su espalda? O, tal vez, ¿le pesaban tantos años de vida, y lo que había visto en ellos?
-¿Qué hace usted en la calle tan tarde señor Marcelo?- Le preguntó la chica entre sollozos.
-¿Ya he llegado aquí? Que rápido paseo…- Dijo más para sí que hacia la niña.- Y, ¿Qué hace llorando usted, muchacha?
-No es nada, solo necesito distraerme un poco… Le acompañaré a casa.
-No, señorita, estoy rindiendo un homenaje- ella lo miro extrañada y asombrada.
-Un... ¿homenaje?
-Sí, eso he dicho, a veces, debemos rendir homenajes a las personas que han intervenido, para bien o para mal, en nuestras vidas.
-Pues su homenaje le va a costar una pulmonía… ¿Como se supone que lo esta haciendo? – El anciano la miró divertido- el homenaje ese, digo.
-Cada uno rinde los homenajes de una manera, y esa manera es un secreto… Pero podría contarte lo que sucedió…
Al ver que ella le miraba no muy convencida el señor continuó su camino.
-Pero, ¿A dónde va?
- Mmm… He supuesto que no te interesaría oír la historia de cómo una niña pelirroja con mirada de mujer, se llevó lo que más amaba, me ganó en mi propio terreno y me enseñó lo que significa querer a alguien de corazón…








domingo, 7 de agosto de 2011

1.- Encuentro en Manhattan

13 de febrero del 2008 Nueva York 16:00
Un hombre paseaba cabizbajo por Chelsea, un barrio de Manhattan … Todo en su figura evocaba a la desesperación, caminaba dirección al famoso “Hotel Chelsea”, llevaba un mes recorriendo Nueva York y no había averiguado prácticamente nada, sin embargo la sentía tan cerca…
Una figura femenina se cruzó en su camino al pasar por la calle 34, probablemente se dirigía a la estación Penn*. Sus caderas se movían a un lado y a otro moviendo también una vaporosa falda negra. Él se la quedó mirando, parecía tan frágil sobre esos altísimos tacones… Se quedó blanco, Ella sacudió una melena rubia y ondulada, y se giró, aquellos ojos castaños no tenían pérdida.
-Mery… –susurró.
Después de tantos años buscándola y allí estaba brillando bajo el sol de Manhattan. Corrió hacia ella, pero un grupo de turistas le obstruyó la vista y el paso unos instantes y… la había perdido. Corría y gritaba, pero solo era capaz de escuchar a su corazón latir en sus oídos.
Durante las horas que siguieron al flechazo preguntó por la chica rubia a todo el que se cruzaba en su camino. Pero nadie sabía de ella. Estaba destrozado y decidió ir hasta el hotel paseando.
Al llegar al hotel se quedó helado, unos grandes ojos marrones le observaban…

*una estación en la línea de la Séptima Avenida- Broadway del Metro de Nueva York. La estación se encuentra localizada en Chelsea, Manhattan entre la Calle 34 y la Séptima Avenida.

viernes, 5 de agosto de 2011

Acerca De:

En esta historia se mezclarán varias personas que aparentemente solo tienen en común haber conocido y amado u odiado a Mery.
De la que apenas sabemos nada, la iremos conociendo a ella y como fue su vida a través de los recuerdos y anécdotas de estos extraños personajes.
En ocasiones nos trasladaremos a la mente o vida de alguno de ellos, e incluso a sus sueños, profundizando algunas veces y otras dejándolo pasar.
Cambiaremos el tipo de narrador y el tiempo en el que narra por lo que resultará complicado...
Pero no desespereis, porque acabaréis amando a Mery